#Perspectivas globales del fútbol base

En busca de «plátanos verdes»: el plan de Bélgica para que los jugadores que tardan más en desarrollarse alcancen su máximo potencial

FIFA, 17-12-2024

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¿Qué tienen que ver los plátanos verdes con el fútbol? Kris van der Haegen, responsable de Formación de Entrenadores de la Unión Real Belga de Sociedades de Fútbol Asociación (RBFA), los utiliza como una metáfora de la forma en que su federación aborda el desarrollo del fútbol juvenil.

El objetivo del órgano rector del fútbol belga es detectar y desarrollar al máximo el potencial futuro de los jugadores jóvenes en lugar de fijarse en su nivel de rendimiento actual; siguiendo la analogía de Van der Haegen, se centran en los plátanos que todavía no han madurado. Gracias a este planteamiento, ya son varios los jugadores belgas que se han asentado en el fútbol de élite.

Crisis del fútbol belga

Bélgica es un país relativamente pequeño, con solo 12 millones de habitantes, pero con una gran tradición futbolística. A principios de los 2000, el fútbol belga entró en crisis y la continuidad de esa tradición se vio amenazada. La selección nacional no se clasificó para la Eurocopa de 2004 y no volvió a disputar otra fase final de un gran torneo hasta el Mundial de Brasil 2014. Esa prolongada ausencia se hizo eterna y parece inexplicable si se tiene en cuenta que estrellas mundiales como Kevin De Bruyne y Thibaut Courtois ahora son habituales en las convocatorias de la selección. Entonces, ¿cómo se explica que Bélgica sufriera un fracaso tras otro durante casi diez años? La respuesta es que carecía de una filosofía deportiva clara y, lo que es aún más importante, de una estrategia coherente de desarrollo del fútbol juvenil que pudiera surtir de jóvenes talentos a la selección nacional de forma constante y duradera. 

En su intento por sacar al fútbol belga de la crisis, los responsables del fútbol del país dirigieron su atención hacia sus vecinos neerlandeses del norte. La estructura del fútbol juvenil de los Países Bajos, muy marcada por la influencia del legendario Johan Cruyff y reconocida por tener una filosofía futbolística clara, llevaba décadas formando a jugadores de talla mundial. Bélgica no había sido capaz de replicar ese éxito, a pesar de la proximidad geográfica y de las similitudes culturales entre ambas naciones. Era necesario preguntarse qué hacía la Oranje para tener tanto éxito. 

La clave estaba en mantener una identidad muy definida sobre el terreno de juego. Mientras que los Países Bajos mostraban una fidelidad inquebrantable a su clásico esquema 4-3-3, Bélgica carecía de una filosofía de juego única y homogénea. La constatación de este hecho condujo a una reforma en profundidad del fútbol juvenil belga. En estrecha colaboración con las federaciones regionales y los clubes del país, la federación belga elaboró un plan denominado «La visión belga del desarrollo del fútbol juvenil». El plan incluía un amplio paquete de reformas destinadas a crear una identidad de juego coherente que impregnara todas las estructuras del fútbol del país y se tradujera en un ADN futbolístico claramente definido y genuinamente belga.

¿Qué tiene que ver el fútbol con los plátanos?

Por extraño que parezca, parte de este plan tiene mucho que ver con los plátanos verdes. Para comprender la relación entre los plátanos y el fútbol tenemos que pensar en lo que hacemos cuando vamos al supermercado. Entramos, damos una vuelta por el pasillo de la fruta y la verdura y, antes de que nos demos cuenta, estamos delante de una estantería repleta de filas y filas de plátanos perfectamente colocados. Unos están verdes, otros amarillos y también hay algunos que tienen manchas marrones. ¿Cuáles ponemos en el carrito? Como es lógico, la mayoría de la gente opta por los amarillos, que parecen más sabrosos. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene claro que saben mejor. 

Ahora vamos a intentar explicar qué tiene que ver todo esto con el fútbol en general y con el fútbol belga en particular. Imaginemos que la estantería de los plátanos representa a todos los futbolistas con talento del país. Los plátanos amarillos son los jugadores estrella, jóvenes talentos que maduraron muy pronto y que ya rinden a gran nivel con regularidad. Cuando la gente va a verlos, los señalan y dicen cosas como «Ese chico llegará lejos». ¿Pero pueden estar seguros de ello? A veces, cuando se trata de un talento absolutamente excepcional, se puede predecir cómo va a evolucionar, pero no existe la certeza al cien por cien. ¿Qué ocurre si, de repente, a ese precioso plátano amarillo le salen manchas marrones? De la noche a la mañana, el plátano más llamativo de la estantería, el jugador que todo el mundo consideraba el mejor del país, deja de parecer tan atractivo. 

¿Y qué pasa con los plátanos verdes, los que nadie quería comprar y mucho menos comer? Pensemos en esos plátanos, expuestos en la estantería durante días y días. ¿Qué pasa con ellos? Pasado un tiempo, esos plátanos verdes empiezan a adquirir un tono amarillento. Poco a poco irán madurando hasta convertirse en hermosos plátanos de color amarillo brillante. Es exactamente lo mismo que ocurre en el fútbol juvenil. Con un poco de paciencia y el tiempo necesario, jugadores a los que nadie presta atención cuando son jóvenes pueden convertirse en estrellas: esos son los «plátanos verdes» que buscan los ojeadores. 

En Nápoles podemos encontrar un ejemplo muy bueno de plátano verde. Cuando se menciona el SSC Nápoles, la mayoría de los aficionados pensará inmediatamente en Diego Armando Maradona. Además de ser uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, los napolitanos lo consideran un símbolo de su ciudad. Maradona pasó a la historia como un hombre que marcó infinidad de goles y encandiló a los tifosi, pero no es el máximo goleador histórico del club. Ese honor le pertenece al delantero belga Dries Mertens, que anotó 148 goles con la camiseta del Nápoles y que probablemente no habría llegado a profesional en otro país que no fuera Bélgica. 

Al joven Mertens se le describía como demasiado bajito, demasiado delgado y demasiado lento. Se desarrolló muy tarde, pero llegó al fútbol de élite, lo que le convierte en el paradigma de un plátano verde. A lo largo de su carrera ha cosechado un buen número de títulos y en la actualidad se le considera un referente del fútbol belga. Su historia podría servir para preguntarnos cuántos de estos jugadores se pasan por alto en los clubes de todo el mundo.

¿Cómo podemos detectar el talento oculto?

Descubrir todo el talento y ofrecer a cada jugador el apoyo que necesita son dos de las principales tareas de cualquier sistema de desarrollo del fútbol juvenil. Los belgas han conseguido perfeccionar ambas. En este sentido, una de sus herramientas más importantes es la distinción que hacen entre edad cronológica y edad biológica. En Bélgica se permite que los jóvenes puedan jugar con futbolistas de otros grupos de edad (mayores o más pequeños). De este modo, los Dries Mertens de las próximas generaciones tienen la oportunidad de jugar contra jóvenes talentos con un desarrollo físico similar al suyo, independientemente de su edad. Este planteamiento se complementa con el programa nacional de promesas de la RBFA, concebido para formar a futbolistas que tardan más en desarrollarse. Estos equipos se encuentran en toda la estructura del fútbol juvenil y están formados por jugadores biológicamente más jóvenes que sus coetáneos (es decir, menos maduros físicamente que otros futbolistas de la misma edad). Todo ello se traduce en una forma más eficaz de apoyar a los jóvenes talentos desde la propia federación. 

Bélgica ha aprendido que el éxito de un jugador no depende únicamente de su rendimiento a los 12 o 14 años, sino de su evolución a largo plazo. Por este motivo, su sistema pretende dar las mismas oportunidades tanto a los jugadores que se desarrollan rápidamente como a los que tardan más en hacerlo, de modo que todos puedan ir subiendo de categoría hasta llegar a la selección absoluta y hacer que Bélgica sea aún más competitiva.

El ADN belga
La visión belga del desarrollo del fútbol juvenil trasciende la labor de detección de jóvenes talentos para abarcar lo que se denomina «ADN belga». Se trata de una filosofía integral pensada para influir en todas las etapas del desarrollo de los jugadores y crear un sistema y un estilo de juego compartidos por todos los equipos juveniles, al tiempo que anima a los futbolistas a mostrar su creatividad y a asumir la responsabilidad de tomar las decisiones correctas sobre el terreno de juego. Sin embargo, la parte más importante del plan consiste en prestar atención al ser humano que hay detrás de cada jugador. En lugar de fijarse en el éxito a corto plazo y en el rendimiento de las selecciones juveniles de Bélgica, se centra en el desarrollo de cada jugador, tanto dentro como fuera del terreno de juego. A los jóvenes futbolistas se les trata primero como personas y luego como jugadores.

Un enfoque centrado en los jugadores
Cuando se da prioridad al éxito de un equipo, se corre el riesgo de descuidar las necesidades individuales de los jugadores. Centrarse demasiado en los resultados puede repercutir negativamente en el desarrollo de cada futbolista. A menudo, esa obsesión por el resultado hace que los jóvenes se sientan infravalorados y, en el peor de los casos, abandonen el deporte por completo. Por eso, el ADN belga se centra en los jugadores. Es un principio que beneficia tanto a los jugadores jóvenes como a los equipos en los que juegan. Frente a la visión tradicional que sitúa al equipo por encima de cualquier otra consideración, la idea del sistema belga es garantizar que nadie se quede en el camino, ya sea una promesa del fútbol juvenil de élite o un jugador aficionado de un pequeño club local. 

Cada jugador necesita recibir apoyo a medida que le ayude a desarrollarse y a sentir que su desarrollo es la máxima prioridad. De lo contrario, es probable que deje de disfrutar del juego, lo que a su vez provocará que su desarrollo se estanque. Con este sistema centrado en los jugadores, siempre se espera que el entrenador actúe como mentor y acompañe el proceso de aprendizaje. A los jugadores se les da espacio para que tomen sus propias decisiones y aprendan de sus errores, que se tratan como un elemento importante del proceso de aprendizaje y no como un retroceso en su evolución. El objetivo es que cada futbolista progrese de forma constante, independientemente del resultado. Se trata de crear un entorno en el que el crecimiento individual ocupe un lugar central y en el que el entrenador ejerza como apoyo para ayudar a sus jugadores a crecer como futbolistas y como personas.

Creatividad: adiós a las restricciones

En el entrenamiento con este sistema se premia la creatividad. El principio fundamental es que los jugadores deben tener libertad para expresar y demostrar todas sus habilidades. En otros sistemas, la creatividad se coarta incluso en jugadores muy jóvenes, ya que se espera de ellos que sigan reglas y no se salgan de unas estructuras que actúan como restricciones. El resultado es comparable al de actividades como pintar por números, donde se pide a los niños que sigan unas instrucciones muy claras para colorear una imagen predeterminada. El objetivo del entrenamiento debe ser alejarse de esa metodología y dar a los jugadores la libertad de pintar sus propios cuadros, en lugar de limitarse a seguir patrones predefinidos.

Sin embargo, los entrenadores cometen a menudo el error de intentar ejercer demasiado control y no dejar espacio para que los futbolistas tengan la iniciativa. En vez de controlar las sesiones, deben actuar como guías, ofrecer a los jugadores una base sólida desde la que crecer y ayudarlos a desplegar sus alas. En ese ambiente, los jugadores pueden aprender a tomar decisiones de forma independiente y dar rienda suelta a su creatividad. También es importante recordar que la formación debe ser coherente y estar orientada a fomentar el desarrollo a largo plazo. Los jóvenes deben crecer en un ambiente que les permita desarrollarse a lo largo de varios años en vez de en un entorno en cambio permanente.

Otro elemento esencial de la filosofía de formación del fútbol belga es que los jugadores deben recibir un apoyo adecuado a su edad. De hecho, Bélgica ha desarrollado un formato de competición a medida, diseñado específicamente para satisfacer las necesidades de los jugadores de los distintos grupos de edad. Por ejemplo, a los niños más pequeños se les anima a jugar situaciones de uno contra uno, porque a esas edades lo que más les gusta es regatear y marcar goles. Darles esa libertad les permite perfeccionar las habilidades básicas antes de introducirlos en la estructura que implica jugar en un equipo.

Con ese objetivo en mente, los jóvenes futbolistas belgas también juegan en campos adaptados a su grupo de edad (se muestran varios ejemplos en las ilustraciones incluidas más abajo). Reducir el número de jugadores en un campo pequeño permite que todos los niños participen en multitud de jugadas, lo que les brinda muchas oportunidades de aprender y progresar. 

Detrás de todo este planteamiento hay un objetivo superior: encontrar esos plátanos verdes y dejar que maduren.

Formatos de los partidos de competición del fútbol juvenil belga

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