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Sus inicios como entrenadora
Esta es la primera temporada de Anne Pochert en el Grasshopper de Zúrich tras una vinculación de 18 años con el FC Carl Zeiss Jena. En esta entrevista nos explica cómo empezó a entrenar mientras estudiaba Ciencias del Deporte en Jena, y cómo dirigió al club de su universidad desde la categoría de benjamines hasta la sub-17. Su carrera en la región oriental de Alemania llegó a la cima cuando, finalmente, asumió las riendas del primer equipo femenino del FC Carl Zeiss Jena, repleto de jugadoras jóvenes y con el que consiguió el ascenso a la Bundesliga femenina.
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El traslado a Zúrich
Desde el primer momento, a Pochert le impresionaron las instalaciones y la filosofía del club suizo; de hecho, al contrario que en Jena, la sección femenina del Grasshopper tiene acceso a las mismas instalaciones de la ciudad deportiva que el equipo masculino. Además, el equipo femenino supone un atractivo desafío para una entrenadora, dado el destacado perfil que confiere el pertenecer a uno de los clubes más importantes y exitosos del país.
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Enfoque profesional
En torno a un tercio del equipo lo forman jugadoras 100 % profesionales. El resto trabajan a tiempo parcial o todavía están formándose, pero el club les ofrece un complemento salarial para que puedan dedicar tiempo a entrenar y así contar con un plantel profesional. Como parte de la política del club, los primeros equipos del Grasshopper se componen en gran medida de futbolistas de la cantera, lo cual hacía de esta una opción especialmente adecuada para Pochert, dada su trayectoria.
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La semana de trabajo
Habitualmente, la semana comienza con el análisis en vídeo del último partido y con ejercicios en el gimnasio. El martes suele ser el día más intenso, ya que se fijan dos sesiones para que las jugadoras que trabajan a media jornada puedan asistir. El jueves, después de un día libre, la atención se centra en el partido del fin de semana, y tiene lugar una sesión táctica. El último entrenamiento es el viernes. Tras el partido del sábado, el domingo se dedica a actividades de recuperación.
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Atención plena en su propio equipo
En Suiza, la liga se estructura en torno a la fase de eliminatorias de final de temporada, que empiezan a finales de abril. Los resultados de la temporada regular solo cuentan de cara a los enfrentamientos en esta fase, con lo cual, la presión sobre el cuerpo técnico partido a partido es menor, y eso permite centrarse en trabajar en el desarrollo del propio equipo. Pochert trabaja en bloques de tres semanas, y aunque en ningún caso se olvida del próximo rival en cada entrenamiento, la mayor parte de su esfuerzo lo dedica a transmitir su propia filosofía de juego.
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Sacudirse la presión
Tras haberse curtido como entrenadora en categorías inferiores, Pochert concede especial importancia a las capacidades de las jugadoras, y a permitir que aprendan de sus propios errores. La organización del campeonato suizo permite poder dedicar más tiempo a esta tarea que en Alemania. Así, las jugadoras crecen y, al final de la temporada, su evolución queda patente.
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Las jugadoras que evolucionan hacen mejores a sus equipos
Pochert concede una enorme importancia a la evolución individual de cada jugadora, y señala que este es un aspecto en el que debe insistirse en el fútbol femenino. Su filosofía parte de la idea de que el equipo es mejor cuanto mejores son las jugadoras que lo forman. Por eso, la mitad del tiempo de trabajo lo dedica al entrenamiento posicional e individual de cada futbolista. Además de las sesiones grupales, cada una de las jugadoras recibe su plan de entrenamiento personalizado, y los resultados ya se están viendo en el campo.
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Relaciones personales estrechas
Aunque el trabajo con profesionales de élite es muy diferente al que se lleva a cabo con la cantera, los principios que Pochert aplica no varían significativamente. En categorías inferiores, parte del cometido de la entrenadora consiste en entablar una relación de confianza con las jugadoras y en conseguir que se sientan cómodas. En este sentido, Pochert y su cuerpo técnico defienden que entrenar a profesionales va más allá de dar órdenes.
Este es, sin duda, un deporte colectivo, pero, al final, en el campo juegan once personas. Para mí, velar por que las jugadoras crezcan es velar por la mejora del equipo.