MARCO
La conciencia táctica podría definirse como «la capacidad para ser ágil en defensa y audaz en ataque, tanto individual como colectivamente». Para desarrollar una conciencia táctica integral se deben trabajar muchos componentes que van de la mano. En este primer artículo nos centramos en uno de ellos: la atención y la anticipación, que son la chispa necesaria para lograr que los futbolistas desarrollen la velocidad.
Ser capaz de estar alerta, en guardia y preparado para entrar en acción y anticiparse a una acción en todo momento requiere niveles muy altos de concentración, especialmente en determinados momentos o situaciones de partido. Por ejemplo, cuando hay que presionar en bloque, o cuando los jugadores están cansados y tienen que remar contracorriente. Esa chispa para reaccionar y la calidad de los movimientos son cualidades esenciales para recibir pases con calidad. Gracias a ellos, el jugador puede lograr esa fracción de segundo necesaria para llegar primero a un balón, permitiéndole ir un paso por delante del juego, en lugar de tener que reaccionar a las situaciones y lances del partido a posteriori.
EJEMPLO
Nuestro primer vídeo de la serie corresponde a un Japón-Paraguay de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA™, que nos ofrece un claro ejemplo de cómo la atención y la anticipación tienen un efecto instantáneo y decisivo en el ritmo y el resultado de la jugada.
La jugadora japonesa nos ha dado una pequeña muestra de sus muchas cualidades como receptora, pero, centrándonos en el tema principal de este artículo, queremos destacar la enorme importancia que tuvieron su anticipación y atención en el resultado de la jugada.
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Gracias a estos dos atributos pudo lograr una ventaja técnica y llegar al balón antes que nadie. Fue la primera en percatarse de la situación y reaccionar ante ella, pero también demostró agilidad mental para convertir una recepción del balón complicada en un movimiento inesperado y elegante que se tradujo en una oportunidad de gol, con un pase calculado, consciente y preciso.
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Estaba al tanto de que la retaguardia estaba muy adelantada y formaba una línea recta.
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Además, era consciente de la posición de su compañera, ubicada justo por delante de la línea defensiva.
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También se dio cuenta de que, con su movimiento, había arrastrado a una defensora de la zaga, abriendo un carril por el que filtrar el pase.
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Por último, supo ver que su compañera estaba lista para aprovechar el balón si se jugaba hacia el espacio libre.
Nuestra futbolista demostró poseer las cualidades integrales para la recepción del balón, como son la atención, la capacidad de leer el partido y conformarse una imagen mental para tomar decisiones rápidas y decisivas, calidad técnica y orientación para ejecutar el pase, voluntad de acercarse a la meta rival y creatividad.
CÓMO ENTRENAR ESTA CUALIDAD
Atención y anticipación: ¿Cómo se vinculan a la recepción del balón? ¿Cómo se entrenan estas cualidades?
No se pueden desarrollan con un ejercicio concreto, sino más bien durante los entrenamientos y a medida que se van disputando partidos, los jugadores se ven expuestos a muchas situaciones de recepción diferentes que generan una base de datos mental (una imagen) de posibilidades y probabilidades a la que recurrir. Los formadores futbolísticos que ayudan a desarrollar estas cualidades esenciales, especialmente cuando trabajan con canteranos jóvenes ávidos de información, deben darles la oportunidad de aprender mediante metodologías de entrenamiento estimulantes que desarrollen y refuercen la anticipación. Estas metodologías deben:
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Fomentar una coordinación técnica equilibrada a fin de que los futbolistas sean ambidiestros. Para ello, se debe insistir en la recepción y el pase con ambas piernas y reforzar la necesidad de asimilar la información sensorial antes de recibir. Disponer de una técnica equilibrada abre nuevas oportunidades técnicas y tácticas, aumenta la capacidad de anticipación de las posibilidades al eliminar el miedo y la unidimensionalidad y abrir la mente. Además, fomenta la confianza, que los jugadores quieran recibir el balón y afronten las situaciones con la mente abierta y soluciones creativas. En definitiva, que presten atención al entorno y se anticipen a las acciones sobre el campo.
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Fomentar la individualidad y la creatividad, de forma que los jugadores no opten simplemente por acciones seguras y que conducen a una mentalidad unidimensional.
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Incluir una multitud de situaciones de recepción del balón bajo presión para fomentar la toma de decisiones distintas.
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Incluir el entrenamiento multiposicional, en el que el jugador sale de su zona de confort, lo cual añade variedad y desarrolla la comprensión del juego.
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Insistir en la necesidad de jugar a un ritmo alto, que obliga a adaptarse a la anticipación.
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Insistir en la necesidad de llevar la acción hacia la meta rival, con el fin de obligar a los jugadores a recopilar información sensorial, es decir, a analizar y evaluar las situaciones de juego. Cuanto mejor leamos el juego, más nos podremos anticipar.
ENTRENAR EL INSTINTO
Una gran capacidad de anticipación no sirve de nada si el futbolista no está atento y despierto. El estado de alerta es tanto físico como mental. Los jugadores pueden desarrollar esta importante facultad si asumen su relevancia y están siempre atentos y preparados para abordar todas las situaciones relacionadas con el fútbol. Hay cosas sencillas que pueden ayudar a que el estado de alerta se convierta en una cualidad más instintiva y habitual de su juego. Por ejemplo:
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Llegar puntualmente a los entrenamientos: estar preparados para empezar desde el primer momento.
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Estar concentrados durante el calentamiento y no limitarse a hacer los movimientos de forma despreocupada. Hay que prestar suma atención a cada pase y a cada movimiento.
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Se debe entrenar igual que se pretende jugar, con ritmo.
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Cuestiones sencillas como exigirse a uno mismo, hablar con uno mismo y obligarse a ponerse enseguida en posición, presionar rápido, recuperar rápido, moverse rápido para crear espacios, etc.
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Concentrarse en el momento presente, sin dejar que la mente piense en otras cosas.
Los ejemplos que hemos visto son un conjunto de características individuales sencillas que, cuando se combinan, pueden ayudar a eliminar la despreocupación y el letargo mental que tal vez lastren el juego de un futbolista. Cuando se combinan, pueden ayudar a desarrollar un estado de mayor concentración, atención y alerta. Eso aporta más energía a la mente y el cuerpo del futbolista, que estará en un estado continuo de preparación para la acción, lo que sin duda mejorará su juego.