Desde el punto de vista táctico, gracias a sus ingeniosos y coherentes patrones de rotación, combinados con la competencia técnica de sus jugadoras, España pudo crear superioridades y superar las líneas de la organizada estructura defensiva de Estados Unidos.
Como señala Vanessa Bernauer, miembro del GET, «a la hora de construir la jugada, España recurrió a distintas rotaciones por ambas bandas con un objetivo claro. Las jugadoras conocían perfectamente su función y la lógica de los movimientos que realizaban. Sabían cuándo mantener la posesión y cuándo arriesgar con un pase, así como cuándo moverse hacia delante y cuándo hacerlo hacia un lado. Resultaba obvio que tenían muy claro qué situaciones trataban de generar y conservaban la pelota hasta que lo lograban».
«Me llamó mucho la atención este grado de inteligencia táctica en jugadoras sub-17. También me sorprendieron su competencia técnica y los buenos hábitos que mostraron de manera sistemática a la hora de desmarcarse, recibir y dar el siguiente pase. Su sentido posicional, su capacidad para levantar la cabeza y perfilarse antes de recibir y su repertorio de pases son cosas que no había visto antes a estas edades», explicó.
Patrón de movimientos de España en la fase de elaboración del juego
Estas rotaciones se producían por ambas bandas y venían precedidas de cambios de orientación por parte de las centrales españolas durante la fase de elaboración del juego. Estas rotaciones se producían por ambas bandas y venían precedidas de cambios de orientación por parte de las centrales españolas durante la fase de elaboración del juego. En gran medida, solían tener lugar entre la lateral, la centrocampista adelantada y la extremo del mismo lado, aunque también recurrían a estos patrones al salir jugando desde la guardameta.
Por lo general, las laterales subían y permitían que la extremo fuese hacia el interior, mientras que la centrocampista adelantada se abría hacia el exterior. En otras ocasiones, era la lateral la que se adentraba en el interior y permitía que la extremo o la centrocampista adelantada recibieran por fuera.
Como se aprecia en el primer vídeo, las españolas se mostraban pacientes en la elaboración del juego y solo trataban de jugar hacia delante cuando consideraban que una compañera estaba en condiciones de recibir y conservar la posesión. Una vez iniciados, los movimientos estaban muy bien coordinados, y todas las jugadoras implicadas en la rotación mostraban una gran compenetración.
Según Bernauer, «cuando las centrales y la guardameta cambian la orientación del juego, está claro que están tratando de atraer la presión estadounidense para generar espacios entre sus líneas. Las dos delanteras estadounidenses trataban de mantener una unidad compacta para impedir que el balón llegara a la mediocentro Irune Dorado (11), por lo que los movimientos por las bandas están diseñados para obligar a moverse a las defensoras rivales y generar huecos en su dibujo».
«Las jugadoras españolas no juegan hacia delante a menos que se dé la situación que buscan. En un primer momento, la rotación se produce por la izquierda, pero no tratan de avanzar; a continuación, se produce por la derecha, y aprovechan la situación para generar un dos contra uno. Las españolas mantienen en todo momento la cabeza levantada para ver dónde se generan espacios y de dónde podría venir la presión en caso de recibir el balón. En cuanto se dan cuenta de que la situación no es propicia para jugar hacia delante, se centran en mantener la posesión y reinician la jugada. No dejan de moverse por delante del balón, pero siempre con sentido», añadió.
En el segundo vídeo, vemos un ejemplo de la clara intención de estos movimientos. A medida que se elabora la jugada, la lateral izquierda española, Aiara Agirrezabala (12), se desplaza hacia el interior a fin de generar espacios para la central izquierda, Amaya García (5), de modo que esta pueda avanzar con el balón. Simultáneamente, la extremo izquierda, Pau Comendador (10), baja y arrastra con ella a la lateral derecha estadounidense. A continuación, amaga con bajar de nuevo y sale en carrera hacia el espacio generado. Se trata de un movimiento deliberado con un objetivo concreto.
Inteligencia táctica: saber cuándo moverse y buscar espacios
Las jugadoras españolas eran conscientes en todo momento de lo que tenían alrededor y sabían cuando iniciar sus movimientos. Asimismo, demostraron un gran sentido táctico y una gran madurez a la hora de tomar decisiones, ya que se movían constantemente para generar situaciones de dos contra uno por delante de la jugadora con el balón. Estos movimientos y desmarques fueron muy frecuentes durante la construcción del juego: España realizó 163 desmarques en esta fase, frente a los 55 de EE. UU. En este partido, el volumen de recepciones de balón durante esta fase fue excepcionalmente alto: España registró 292 acciones de este tipo, frente a las 63 de sus rivales. Estos datos vienen a confirmar el gran desempeño de las jugadoras españolas frente a la organizada defensa estadounidense durante la fase de elaboración del juego.
Curiosamente, y tal y como se muestra en el segundo gráfico de la parte inferior, muchas de las jugadoras españolas recibían el balón sin que ninguna rival las presionara. Así, Celia Segura (9), la lateral derecha Martina González (2), la extremo izquierda Pau Comendador (10) y la centrocampista ofensiva Ainoa Gómez (8) fueron las cuatro jugadoras que registraron un mayor porcentaje de recepciones de balón sin presión durante el partido.
Como explica Bernauer, «las jugadoras mantenían en todo momento la cabeza levantada y sabían no solo dónde tenían que estar ellas, sino también otras compañeras. Cada pase daba pie no solo a nuevos movimientos por delante del balón, sino también a desmarques de jugadoras situadas por detrás de la compañera con la posesión, a fin de generar situaciones de superioridad por delante. El motivo de que hubiera tantas recepciones sin presión es que, con sus movimientos, las jugadoras españolas lograban colarse entre líneas y generar dichas situaciones de superioridad. En consecuencia, las defensoras estadounidenses no podían marcar a las dos rivales que tenían cerca.
«Me encantó la mediocentro española, Irune Dorado (11). Se mostró muy tranquila con la pelota y supo cuándo asumir riesgos y cuándo ralentizar la jugada. Su capacidad para controlar el juego mediante pases precisos resultó fundamental para que España impusiera y manejara el ritmo del partido. Como las jugadoras españolas se sentían cómodas usando ambas piernas, cuando decidían jugar hacia delante, eran capaces de hacerlo con un número mínimo de toques a fin de imprimir vigor al ataque».
En el tercer vídeo, vemos un ejemplo de las situaciones de dos contra uno que generaba España delante de la jugadora con el balón, y de cómo cada pase y recepción de balón daban pie a nuevos movimientos. También vemos cómo las españolas mantienen la cabeza levantada y usan ambas piernas al entrar en contacto con el balón.
Atributos técnicos
Resultó obvio que España había practicado estos patrones y rotaciones en los entrenamientos, lo cual contribuyó a su eficacia. Sin embargo, en el éxito de estas acciones no deberían pasarse por alto los recursos técnicos y los hábitos de sus jugadoras. A continuación, Bernauer destaca alguna de las cualidades técnicas que observó.
Mantener la cabeza levantada
Las jugadoras españolas mantenían en todo momento la cabeza levantada y estaban siempre pendientes de lo que ocurría a la espalda. Antes de recibir el balón, ya sabían de dónde iba a venir la presión y adónde querían pasar. A pesar de su juventud, se desempeñaban muy bien en este tipo de acciones, algo poco habitual, incluso jugadoras de categoría absoluta.
Perfilarse para recibir
Debido a su inteligencia táctica, sabían dónde encontrar espacios y eran muy hábiles usando el cuerpo para proteger el balón y salir de la presión. Como ya sabían lo que querían hacer antes de recibir la pelota, se perfilaban hacia la parte del campo por la que tenían pensado seguir jugando. Un aspecto fundamental es que la jugadora que ejecutaba el pase leía muy bien cómo tenía orientado el cuerpo la receptora y enviaba el balón con la potencia y trayectoria adecuadas para facilitar un buen control de primeras.
Control del balón y primer toque
Las jugadoras españolas mostraron una gran agilidad a la hora de cambiarse el balón de pierna y usar diferentes partes del pie para desplazar la pelota. Así, con independencia de cuál fuera la dominante, podían recibir con una pierna, controlando de primeras para adelantar el balón o salir de la presión, y dar el pase con la otra. Este recurso les resultó muy útil para imprimir velocidad y vigor a medida que avanzaban con la pelota.
Ejecución de los pases
Igual de excepcional fue el repertorio de pases de calidad de las españolas. Desde el punto de vista técnico, demostraron ser muy capaces de pasar a diferentes distancias y con la potencia y el ritmo adecuados. Es habitual que en los equipos haya dos o tres jugadoras capaces de dar pases de gran calidad técnica, pero en este caso se trató de todo el equipo.
A nivel colectivo, España completó el 85 % de sus pases durante este partido (en comparación con el 68 % de EE. UU.) y conservó el balón en el 73 % de dichas recepciones. Debido al deseo de las españolas de mantener la posesión, está claro que algunos de estos pases pueden considerase de bajo riesgo. Sin embargo, también registraron un asombroso índice de acierto en el caso de los pases hacia delante —un 79 %, en comparación con el 60 % de EE. UU.—. Como se muestra en el siguiente gráfico, siete españolas figuraron entre las diez jugadoras que completaron un mayor porcentaje de pases hacia delante.
El cuarto vídeo ofrece muy buenos ejemplos de los recursos mostrados por las jugadoras españolas. Así, al avanzar desde la fase de elaboración al último tercio, vemos que se mueven para recibir, mantienen siempre la cabeza levantada, se perfilan para progresar con el balón y salir de la presión, usan ambas piernas, y envían pases precisos.
Por último, en el quinto vídeo vemos un excelente ejemplo de cómo Pau (10) mantiene la cabeza levantada antes de recibir un balón procedente de un saque de banda. La rapidez de los pases y los movimientos de apoyo muestran la capacidad de España para desplazar el balón a gran velocidad y generar ocasiones de gol.
Conclusiones principales
La competencia técnica y los buenos hábitos de las jugadoras españolas resultaron fundamentales para la ejecución de su planteamiento táctico:
- Mantener la cabeza levantada para encontrar espacios y prever la presión.
- Moverse para recibir con relación a los movimientos y la posición de las jugadoras más cercanas a fin de generar superioridades.
- Perfilarse para salir de la presión y saber hacia dónde jugar a continuación.
- Usar ambas piernas para generar espacios e imprimir velocidad a los pases.