Tony Gustavsson: gestionar una plantilla y definir los valores esenciales

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Priorizar la gestión de personas sobre la de jugadoras 
Gestionar la plantilla y sus expectativas suele ser el mayor reto para un seleccionador, sobre todo durante los torneos. Por ejemplo, es inevitable que algunas futbolistas jueguen menos que otras y que cada una de ellas soporte la presión de forma diferente. Gustavsson cree firmemente que los entrenadores deben trazar con antelación un plan que les ayude a ellos y a sus equipos a hacer frente a los vaivenes de los torneos. Una parte fundamental de la estrategia de Australia en la última Copa Mundial consistió en identificar los valores esenciales de la selección 18 meses antes del partido inaugural. 

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Valores esenciales y mentalidad 
La fortaleza de estos valores esenciales se puso de manifiesto en situaciones de adversidad, como cuando las Matildas perdieron por 3-2 ante Nigeria en el segundo partido de la fase de grupos. Las jugadoras australianas se apoyaron en sus valores y en su identidad compartida para recomponerse y clasificarse para octavos de final tras derrotar a Canadá por 4-0. Esos valores fundamentales también quedaron patentes cuando Sam Kerr, capitana y estrella del equipo, se lesionó la noche antes del partido inaugural. Aquello fue un auténtico mazazo para la plantilla, pero la sólida base que habían construido como grupo les ayudó a mantener la confianza en sí mismas. 

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Planificar para ser flexibles  
Una de las principales tendencias del torneo del año pasado fue el aumento de la variedad táctica en el fútbol femenino. Para preparar al equipo, Gustavsson y su cuerpo técnico se pasaron gran parte de la concentración previa al Mundial familiarizando a las jugadoras con una amplia variedad de sistemas y estilos de juego. También hicieron hincapié en la importancia de comunicarse de forma fluida en el terreno de juego para reaccionar con rapidez al desarrollo del partido sin tener que esperar a recibir instrucciones desde la banda.  

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Ganar algo más que medallas 
A medida que el fútbol femenino gana popularidad, jugadoras y entrenadores se ven sometidos a un mayor escrutinio por parte de la afición y los medios de comunicación. Al ser una de las anfitrionas, la selección de Australia estaba sometida a más presión que la mayoría, por lo que se trabajó la gestión de las emociones asociadas a la disputa de un Mundial en su propio país. No obstante, las jugadoras eran muy conscientes de la importancia del torneo para la hinchada local y, aunque no pudieron hacerse con una medalla, posiblemente lograron algo aún más valioso: conquistar los corazones de los aficionados al fútbol de toda Australia y del mundo entero.