De media, en un partido de fútbol el balón está en juego durante 60 de los 90 minutos reglamentarios. Para obtener una imagen más clara de lo que ocurre durante el tiempo que un equipo no tiene la posesión, normalizamos nuestros datos con la métrica «por cada 30 minutos sin posesión». El cálculo de los datos del torneo de 2019 se hizo de la misma manera, lo que nos permite establecer comparaciones que muestren las variaciones entre aquel torneo y la edición de 2023. En este artículo se comparan específicamente los datos de la presión defensiva (directa e indirecta) ejercida en Australia y Nueva Zelanda con los del torneo precedente, la Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019™.
Presión ejercida
En total, la presión ejercida por las selecciones durante la competición de 2023 descendió un 15 %: se registraron 285 presiones por cada 30 minutos sin posesión frente a las 335 del torneo de 2019. Esto se debe a una disminución del 21 % en el número de presiones indirectas. Por el contrario, en 2023 se registró un aumento del 6 % en el número de presiones directas ejercidas por cada 30 minutos sin posesión. Es interesante observar que las selecciones que más presión directa ejercieron ganaron el 68 % de sus partidos, lo que indica que fue un rasgo característico de los mejores equipos de la competición.
Chan Yuen Ting, que formó parte del Grupo de Estudio Técnico de la FIFA, explica por qué se produjo este cambio en la presión defensiva.
«Las selecciones de este Mundial estaban muy bien organizadas y tenían clara la estrategia sobre cómo y cuándo había que ejercer la presión. La defensa es una labor colectiva que implica a todo el equipo, por lo que vimos muchos bloques defensivos en los que las jugadoras esperaban hasta ver las señales que les indicaban que había que presionar. Las futbolistas no defienden por su cuenta, sino que esperan la oportunidad para activar la presión, que suele ser directa. La presión no se improvisa, sino que está planificada de antemano, por lo que los movimientos defensivos de las jugadoras son más tácticos. Esto explica, en parte, por qué vimos menos presión indirecta y algo más de presión directa».
Otro factor importante fue la mejora en la gestión de los partidos por parte de las selecciones de este torneo. A la hora de decidir sus estrategias de presión, los equipos valoraban cuándo y por qué había que presionar y actuaban con más inteligencia teniendo en cuenta el marcador, el tiempo que quedaba y lo que la situación del partido demandaba. Sabían cómo y cuándo tenían que guardar fuerzas durante el encuentro, y este conocimiento les ayudó a tomar decisiones acertadas a la hora de presionar.
Como se puede comprobar en los siguientes vídeos, las selecciones tenían una estrategia clara sobre cómo, cuándo, dónde y por qué tenían que activar la presión. Durante la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023™, la presión se ejerció de una forma totalmente táctica, intencionada y coordinada.
Presión directa por selecciones y pérdidas de balón
Si analizamos el uso de la presión directa por equipos, llama la atención que las tres selecciones medallistas (España, Inglaterra y Suecia) se sitúan entre las diez primeras clasificadas en lo que respecta a presiones directas ejercidas por cada 30 minutos sin posesión. Por el contrario, Australia, que disputó las semifinales, se encuentra entre las selecciones peor clasificadas en este apartado, lo que demuestra que el estilo de juego preferido cuando no se tiene la posesión es un factor importante, incluso en las fases defensivas en las que un equipo decide ejercer la presión directa.
También es importante señalar que los equipos que forzaron más pérdidas de balón que sus rivales ganaron el 76 % de sus partidos, con una media de 20 pérdidas provocadas más que el conjunto adversario. España, la campeona del mundo, fue la selección número uno en pérdidas de balón provocadas en el último tercio, lo que significa que solía estar cerca de la portería contraria cuando recuperaba la posesión.
Como la presión se desarrolla de forma colectiva, muchas veces se consigue aislar a la jugadora que tiene el balón. En los siguientes vídeos se puede ver que, cuando todo un equipo ejerce la presión, a menudo se producen varias presiones directas y se cierran las opciones de pase para la futbolista presionada. En el vídeo 6, vemos cómo España consigue aislar colectivamente a la inglesa Lucy Bronze y provoca una pérdida de balón que desemboca en gol.
Las pérdidas de balón también pueden llegar tras un mal pase de la jugadora que tiene la pelota, un error debido a la presión a la que se ve sometida. El vídeo 8, extraído del partido que enfrentó a Holanda contra Sudáfrica, muestra un ejemplo de esta situación.
Presión alta y presión tras pérdida
Otro aspecto interesante de este torneo tiene que ver con la relación que hubo entre las selecciones que pasaron más tiempo en fases de presión alta y presión tras pérdida durante un partido —cuando no tenían la posesión— y la victoria. Aunque algunos equipos optaron por presionar en bloque bajo y medio, aquellos que pasaron una mayor proporción de su tiempo sin posesión ejerciendo la presión alta ganaron el 76 % de sus partidos. Por otra parte, las selecciones que ejecutaron la presión tras pérdida durante una mayor parte de su tiempo sin posesión consiguieron la victoria en el 64 % de sus encuentros.
Si hablamos de tiempo real, las selecciones del torneo emplearon, de media, 54 segundos en presión alta y 252 segundos en presión tras pérdida y, en lo que respecta a los equipos ganadores, pasaron una media de 20 segundos más en presión alta y 49 segundos más en presión tras pérdida (por cada 30 minutos sin posesión).
Sin embargo, al analizar estas métricas, vemos que no existe una relación directa entre el tiempo medio empleado en las fases de presión alta/presión tras pérdida y lo lejos que llegaron en el torneo las selecciones correspondientes. Por ejemplo, Japón alcanzó los cuartos de final pese a ser uno de los equipos que menos porcentaje de tiempo dedicó a ejecutar la presión alta/presión tras pérdida. De las demás selecciones que se clasificaron para la fase de eliminación directa, la campeona España fue la que pasó una mayor proporción de tiempo en la fase de presión alta/presión tras pérdida.
Cuando los equipos atacan, sobre todo en el último tercio, la eficacia de la presión tras pérdida depende de la distancia que haya entre la jugadora más cercana y el balón que se ha perdido, así como de la proximidad de otras jugadoras que puedan ayudar en la presión.
En opinión de Chan, las selecciones demostraron tener muy claro cuándo era viable presionar alto o activar la presión tras pérdida. Este fue un factor determinante en los porcentajes de acierto.
«De nuevo, los equipos fueron más estratégicos a la hora de decidir cómo y cuándo ejecutar la presión alta y la presión tras pérdida. Y si activaban la presión, solía ser intensa, disciplinada y coordinada, sobre todo cuando tenían varias jugadoras en torno al balón y cerca del punto de la transición. Los equipos sabían si podían presionar, hacer la presión tras pérdida o si era más aconsejable replegarse en un bloque».
RESUMEN
El descenso del 15 % en la presión defensiva general ejercida durante la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023™ es el resultado de una mayor disminución de la presión indirecta (un 21 % menos) y de un pequeño aumento de las presiones directas ejecutadas a lo largo del torneo (un 6 % más). Por otra parte, la correlación entre la presión directa y las pérdidas de balón provocadas es evidente.
Si bien las tres selecciones medallistas se situaron entre las diez primeras clasificadas por presiones directas ejercidas, hay que señalar que, desde el punto de vista táctico, los equipos tenían planteamientos diferentes sobre cómo y dónde debían ejecutar la presión cuando no tenían el balón. También se ha observado que las selecciones que emplearon una mayor proporción del tiempo sin posesión a ejecutar la presión alta y la presión tras pérdida ganaron más partidos, aunque esto no está directamente relacionado con lo lejos que llegaron en el torneo.
España, la campeona del mundo, ocupó el tercer puesto en cuanto al porcentaje de tiempo sin posesión empleado en presión alta o en presión tras pérdida, y fue la selección del torneo que más pérdidas de balón provocó en el último tercio.
En general, las selecciones estaban más organizadas defensivamente y mejor preparadas estratégicamente para activar la presión a partir de unas señales concretas. Cuando los equipos defendían, era evidente que tenían un gran conocimiento del juego y que actuaban colectivamente.