La colaboración con expertos como Ric Lovell, profesor adjunto de Ciencias del Ejercicio de la Universidad de Wollongong (Australia), Georgie Bruinvels, investigadora adjunta de la Universidad de St. Mary, en Twickenham, Londres, (Reino Unido) y la propia Scott pone de manifiesto la dedicación de la FIFA por la mejora del fútbol femenino mediante programas de entrenamiento personalizados e iniciativas de investigación, entre los que destacan el Proyecto de Salud Femenina y el Programa de Preparación de Selecciones Nacionales Femeninas. Estas iniciativas piloto se han concebido para apoyar la formación y la aplicación de estrategias con base empírica que fomenten el desarrollo y la preparación de las jugadoras.
A partir de su análisis de los datos de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Australia & Nueva Zelanda 2023™, Scott ofrece impresiones y comentarios muy valiosos sobre la evolución del rendimiento en el fútbol femenino a lo largo de los últimos ciclos mundialistas. En su investigación resulta fundamental el análisis de los umbrales de los intervalos de velocidad, categorizados en un estudio de Scott y otros (Park et al., 2018), que fijan las distintas franjas de velocidad en los partidos. Scott destaca la variabilidad de los intervalos de velocidad en el fútbol femenino y subraya la necesidad de contar con una estructura estandarizada en los diferentes estudios e investigaciones que facilite las comparaciones. Además, asegura que, en la interpretación de los datos del rendimiento físico influyen multitud de factores, como los sistemas de control, la tecnología de seguimiento, las superficies de juego, las condiciones medioambientales y los cambios reglamentarios en el fútbol.
El presente artículo profundiza en el análisis de Dawn Scott, que ilustra las complejidades del rendimiento en el fútbol femenino y promueve estrategias demostradas para elevar este deporte a nuevas cotas.
Recopilación de datos y análisis
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Recopilación de datos: sistema de tres cámaras
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Análisis: grupo asesor
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Ediciones incluidas en la comparativa: 2007 y 2011 (solo la duración de los partidos), 2015, 2019 y 2023
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Registros de los equipos: todas las jugadoras de campo que disputaron 90 minutos o más
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Demarcaciones incluidas en la comparativa: guardameta (G), lateral (LT), central (C), mediocentro (MC), interior (I), delantera (DL) (solo quienes jugaron 90 minutos o más)
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Caso de estudio: AUS, ENG, ESP y SWE
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Umbrales de los intervalos de velocidad empleados: véase imagen inferior
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Agradecemos especialmente a las siguientes personas la contribución a este análisis y a su interpretación: Dr. Dean Norris, Richard Lovell (profesor adjunto), Belinda Wilson, Gemma Grainger, Dra. Blanca Romero, Tom Gardner y Harry Lowe.
Comparativa de la duración de los partidos
Desde 2007, la duración de los partidos en los Mundiales femeninos ha ido en aumento. No obstante, el tiempo de juego real se ha mantenido relativamente estable. El promedio de la duración de los partidos aumentó de 95:02 minutos en 2015 a 97:43 en 2019 y a 102:24 en 2023, con la introducción del VAR como factor determinante. Con todo, el tiempo de juego real en 2023 (56:54 minutos) fue muy parecido al de 2011 (56:21), si bien aumentó ligeramente con respecto a 2019 (54:41).
«Si nos fijamos en la diferencia de la duración de los partidos entre 2015 y 2023 (7 minutos y 22 segundos más), apreciamos que se debe seguramente a que se producen más interrupciones, puesto que el porcentaje de tiempo de juego real se ha mantenido estable —opina Scott—. No obstante, si los entrenadores preparan a las jugadoras para disputar más de 100 minutos en cada partido, deben tener en cuenta ciertas exigencias físicas y mentales, tanto en la preparación como en los protocolos de recuperación, sobre todo cuando esta duración se repite a lo largo de un torneo».
Comparativa de los intervalos de velocidad
Una de las diferencias más destacadas entre la edición de 2015 y la de 2019 fue el incremento de la distancia total que recorrieron los equipos y, más concretamente, del volumen de carrera a velocidad alta (intervalos de velocidad 4 y 5). No obstante, estas distancias se equilibraron relativamente en 2023 pese al aumento de la duración de los partidos. Según Scott, las tendencias relativas al intervalo de velocidad 3 (13-19 km/h) en las tres últimas ediciones del Mundial son muy interesantes. Este tipo de distancia, y la manera en la que se recorre, se suele pasar por alto en la preparación física de las jugadoras.
«La profesionalización de los equipos femeninos y de las jugadoras es un factor muy importante para el aumento tan considerable que se produjo entre 2015 y 2019 en las distancias recorridas en los intervalos de velocidad 4 y 5, que siempre han tendido a estabilizarse. Sin embargo, la distancia recorrida en el intervalo de velocidad 3 no ha parado de aumentar. Se trata de un tipo de carrera de recuperación (en el que las jugadoras regresan a su posición), que cabe tener en cuenta e incluir en las cargas de entrenamiento semanales. Como el fútbol femenino es cada vez más veloz, las futbolistas tienen que volver antes a su posición, porque el juego se reanuda más rápidamente. Por lo tanto, el volumen de carrera en este intervalo cobra ahora más relevancia.
A menudo nos centramos en los entrenamientos de alta intensidad y en los volúmenes de baja intensidad, pero debemos prestar atención a esta franja intermedia (el intervalo de velocidad 3), sobre todo cuando observamos que las distancias recorridas con esta intensidad vuelven a aumentar de manera tan considerable. Un ejemplo de ello se produce cuando una jugadora regresa a su posición después de haberse sumado al ataque con intensidad alta, como resultado del aumento de las responsabilidades tácticas de las futbolistas. Se trata de una tendencia común entre todas las selecciones que participan en el Mundial, no solo de las cuatro semifinalistas, por lo que estamos ante un umbral de velocidad que debemos estudiar.
Además, existe una disparidad notable entre las distancias que recorren las distintas selecciones, lo que puede resultar indicativo del punto de desarrollo en el que se encuentran o cuál es su planteamiento táctico. Si sumamos las distancias totales recorridas por todas las jugadoras de campo de un equipo en un partido, observamos diferencias de hasta 30 kilómetros entre algunas selecciones, lo cual es muchísimo, porque son aproximadamente tres kilómetros de media por cada jugadora de campo. Asimismo, si nos fijamos en los intervalos de velocidad 4 y 5, la variación es de cinco kilómetros, lo que arroja un promedio de 500 m por cada diez jugadoras de campo. Y si analizamos estas diferencias según las distintas demarcaciones, la variación es de cuatro kilómetros en la distancia total y de 1600 metros en los intervalos de velocidad 4 y 5».
CASO DE ESTUDIO DE EQUIPOS: España, Inglaterra, Suecia y Australia
Antes de profundizar en el caso de estudio de 2023, es importante constatar el considerable aumento registrado en la distancia total que recorrieron las selecciones en el Mundial femenino de 2019 con respecto a 2015. En el siguiente gráfico observamos lo pronunciado que fue este aumento en los intervalos de velocidad 4 y 5 (combinados). En 2023, ni Australia ni Inglaterra ni Suecia registraron grandes aumentos en la distancia recorrida en este intervalo (de hecho, Australia e Inglaterra mostraron ligeros descensos). No obstante, España, que ganó el Mundial, alcanzó un nuevo repunte en la distancia que recorrió a velocidades más altas, si bien cabe recordar que su punto de partida en 2015 (anterior a la profesionalización de la liga femenina nacional y a los entrenamientos a tiempo completo) era muy inferior al de las otras tres selecciones. Además, es posible que las posiciones finales de España en las tres últimas ediciones del Mundial femenino estén relacionadas con el incremento en su rendimiento físico: cayó eliminada en la fase de grupos en 2015, en octavos de final en 2019 y se proclamó campeona en 2023.
En opinión de Scott, las tendencias son complejas y se deben interpretar con cautela. «También es importante contextualizar el tipo de carrera que efectúan los equipos en cada partido y reconocer que algunos descensos pueden ser consecuencia de cambios tácticos o estratégicos. Además, pueden ser indicativos del resultado del encuentro y relevantes para la posición final de una selección en la competición. No significa que correr más sea sinónimo de éxito. Hay que tener en cuenta el tipo de carrera y los motivos que la propician», añade.
Comparativa por demarcaciones
En la preparación de las jugadoras para competir y rendir bien, así como para determinar los componentes de sus cargas de entrenamiento, cabe incluir las exigencias de su demarcación y su función dentro del esquema táctico del equipo.
Según Scott: «Antes de planificar las sesiones de entrenamiento y las cargas de trabajo de la jugadora, hay que contemplar incluso la función que va a desempeñar en una demarcación determinada. Por ejemplo, la labor de una falsa 9 es muy distinta a la de una 9 pura, e incluso durante el transcurso del Mundial vimos jugadoras que adoptaron distintas funciones en sus equipos según el partido, dependiendo del rival y de la estrategia empleada».
Y explica: «Georgia Stanway ocupó varias posiciones en la selección inglesa, mientras que Lauren Hemp jugó de delantera, pero actuó por el centro y por los extremos. Por lo tanto, es fundamental entender las distintas exigencias que las diferentes posiciones y demarcaciones ejercen en el rendimiento físico de una jugadora. Cómo y cuándo se presiona y el tiempo de juego con posesión y sin ella también inciden en las exigencias físicas de los partidos, por lo que todos estos elementos relacionados con las tácticas y las funciones de las jugadoras son importantes a la hora de analizar y comparar las diferentes prestaciones».
Además, para planificar las cargas de entrenamiento, el equipo de ciencias del deporte y los entrenadores deben tener en cuenta la salud de las jugadoras, el tipo de ciclo menstrual, la fase concreta del ciclo, la fatiga y el momento de recuperación, así como conocer y comprender las características del fútbol femenino.
RENDIMIENTO FÍSICO EN LA PRESIÓN
El contexto es fundamental cuando se analizan los resultados de los equipos en situaciones de presión. Además de tener en cuenta el tiempo de juego sin la posesión del balón, hay que considerar cómo, cuándo y por qué se presiona. La proporción del tiempo que se dedica a las diferentes fases defensivas indica a las claras los diferentes planteamientos y capacidades de los equipos.
Como se aprecia en la ilustración 9, España fue el equipo que menos presión ejerció en bloque bajo. Su prestación (distancia recorrida en los intervalos de velocidad 4 y 5) aumentaba cuando presionaba en bloque medio y alcanzaba las cifras máximas en el alto. Sin embargo, de todas las selecciones participantes, fue la que menos tiempo jugó sin el balón. En el extremo opuesto, China fue el equipo que más presión ejerció en bloque bajo y el que menos en uno alto. Estas cifras reflejan dos planteamientos totalmente diferentes sobre cómo ejercer la presión cuando no se tiene el balón.
La ilustración 10 muestra hasta qué punto influyó la fase de la competición en el modo de ejercer presión y en la estrategia. Durante la fase de grupos, Alemania y España cubrieron menos distancia cuando presionaban que ningún otro equipo (durante 90 minutos o más).
CASO DE ESTUDIO
FINALISTAS: Inglaterra y España
Cuando se analiza en profundidad cada partido de las finalistas hasta el encuentro decisivo, se comprenden mucho mejor sus trayectorias en la competición.
Los cambios en las alineaciones, el sistema que utiliza el rival, la fase de la competición, las rotaciones y las cargas acumuladas inciden en el rendimiento físico de las jugadoras durante un encuentro. Por consiguiente, si bien fijarse en los promedios sirve para obtener estadísticas interesantes, es importante analizar las cifras de cada partido.
Como explica Scott: «Según la siguiente ilustración, Inglaterra cubrió la mayor distancia durante el tercer partido de la fase de grupos, en el que modificó la alineación y se impuso a China por 6-1. Sin embargo, registró su menor distancia en la competición durante el encuentro posterior, contra Nigeria. Sus distancias en los intervalos 4 y 5 se desplomaron tras el primer partido y alcanzaron la cifra máxima en la semifinal y en la final, un rendimiento atribuible a los cambios de alineación y a la influencia de los sistemas que desplegaron los rivales. En cuanto a la presión total, las cifras variaron de un partido a otro, pero alcanzaron su máxima expresión en la final, donde España ejerció un dominio total del balón. Además, en la ilustración 7 se aprecia cómo las cargas de las jugadoras variaron de un partido a otro en función de los cambios de posición, del tiempo de juego y de las funciones que asumieron en sus demarcaciones. Un buen ejemplo es Lauren Hemp, quien en ocasiones jugó de extremo y otras de 9 (delantera centro). También Georgia Stanway disputó algunos encuentros como centrocampista de contención y otras como 8 (centrocampista de largo recorrido o todocampista)».
Y añade: «En cuanto a la trayectoria de España en la competición, el equipo cubrió la mayor distancia total y las distancias más largas en los intervalos 4 y 5 durante su segundo partido de grupos, contra Zambia. Sin embargo, en el último (una inesperada derrota por 4-0 ante Japón) registró su rendimiento más escaso, seguramente porque ya tenía asegurado el pase y había cubierto enormes distancias en los intervalos 4 y 5. Con esto queda claro que, en el análisis de las cifras, siempre hay que tener en cuenta el contexto de las cargas acumuladas, las rotaciones, los planteamientos tácticos o el sistema que despliega el rival. Después del partido contra Japón, las distancias en los intervalos 4 y 5 que cubrió España aumentaron con cada partido y la selección ejerció un dominio total en la posesión. Por consiguiente, es en esta relación donde se aprecia claramente que las cargas de los intervalos de velocidad con y sin balón serán diferentes para cada equipo, una consideración que se debe tener muy en cuenta en la planificación de los entrenamientos».
TERCER Y CUARTO PUESTO: Suecia y Australia
Con el mismo contexto, se pueden efectuar análisis muy parecidos sobre el rendimiento físico de Suecia y Australia. Por ejemplo, si nos fijamos en la presión total que ejerció Suecia en su primer encuentro, contra Sudáfrica, (ilustración 15), notaremos que se encuentra muy por debajo del promedio de sus otros seis partidos, pero esto se debe a que realmente dominó la posesión en aquel choque. La selección sueca registró la estadística más baja contra Argentina, donde volvió a tener el balón durante casi todo el encuentro.
Según Scott: «También Australia progresó entre el primer y el segundo partido, y logró su mejor rendimiento de la competición contra Canadá, un duelo que estaba obligada a ganar si quería pasar a la fase eliminatoria. El contexto de un partido reviste enorme importancia, pero también las exigencias posicionales y el físico de las jugadoras. Por ejemplo, en la ilustración 17, vemos que la australiana Steph Catley, quien jugó completos todos los partidos, ofreció una de las mejores prestaciones físicas de su equipo en cada encuentro».
RESUMEN
El contexto resulta esencial para analizar el rendimiento físico y las cargas de entrenamiento de los equipos y la función que asumen sus jugadoras. En la periodización de los entrenamientos hay que tener en cuenta los horarios y la duración de los encuentros y los minutos de juego. Las exigencias que impone el juego a las futbolistas varían de un partido a otro, en función de la posición que ocupen y de las responsabilidades de cada función, que dependen de la estrategia empleada.
A la hora de planear las sesiones de entrenamiento y la recuperación de las jugadoras no solo hay que prestar atención a sus capacidades físicas, sino también a la táctica, al sistema que despliegue el rival, al estilo de juego y a la fase en la que se encuentre la competición. Una vez barajados todos estos factores es posible analizar en el contexto preciso las distancias totales que cubren los equipos en los partidos y las cubiertas en los diferentes intervalos de velocidad (tanto individuales como colectivas). Para ello tienen un valor incalculable las nuevas tecnologías de seguimiento y de análisis de datos, que permiten al cuerpo técnico evaluar el rendimiento con precisión y ajustar eficazmente las cargas de entrenamiento. Por ejemplo, según los conocimientos que aporten los datos, se puede rebajar la intensidad de las sesiones o modificar los ejercicios para impedir la acumulación de fatiga, reducir el riesgo de lesiones y potenciar la recuperación.
La salud de las deportistas, los desplazamientos, la nutrición, el sueño, la recuperación, el bienestar psicológico y la fatiga interfieren en la recuperación de las jugadoras de un partido a otro, un factor que va adquiriendo importancia conforme avanza la competición. Resulta esencial gestionar la logística de los desplazamientos y el alojamiento para optimizar los periodos de descanso y mantener los ritmos circadianos. Es preciso adaptar las estrategias nutricionales para satisfacer las crecientes exigencias energéticas y de recuperación, con especial atención al consumo de macronutrientes para ganar energía y de micronutrientes para favorecer el sistema inmune.
Con el objetivo de que las jugadoras puedan mantener las prestaciones físicas específicas de sus funciones y del sistema empleado, las selecciones deben disponer de equipos multidisciplinares de gran experiencia y establecer una comunicación continua con ellos para apoyarlos en su trabajo y obtener el máximo rendimiento del combinado. Cuando una jugadora representa a su país es fundamental que el club y la selección establezcan una fructífera colaboración, de manera que el bienestar y la carga física sean los más apropiados para que la futbolista ofrezca su mejor rendimiento.
En este empeño deben participar entrenadores y preparadores, pero también fisioterapeutas, nutricionistas y psicólogos del deporte. Cada uno de estos profesionales contribuyen a que el cuidado de la deportista sea integral, para que las jugadoras estén preparadas física y mentalmente.
Bibliografía
Park, Laurence; Scott, Dawn y Lovell, Ric (2018): «Velocity zone classification in elite women’s football: where do we draw the lines?», Science and Medicine in Football. 3. 1-8. 10.1080/24733938.2018.1517947.
Resumen del proyecto de salud femenina de la FIFA: https://inside.fifa.com/es/womens-football/fifa-female-health-project-snapshot