Nigeria: una defensa organizada, marcajes individuales y potencia física

La victoria de Nigeria ante las coanfitrionas por 3 a 2 en Brisbane fue una de las grandes sorpresas del torneo. El potencial físico y la organización defensiva nigeriana trastocaron el ritmo ofensivo de las anfitrionas, y su verticalidad en ataque surtió efecto hasta tal punto que decidió el resultado del encuentro. En este artículo, Touré y Grainger detallan la estrategia de Nigeria, tanto con la posesión como sin ella.

• El esquema táctico puede variar entre la fase ofensiva y la defensiva. Uno de los motivos más habituales para este cambio es generar igualdad numérica en ciertas zonas del campo. 

• Cuando no tienen el balón, las jugadoras deben decidir si protegen el espacio y mantienen la cohesión del equipo, es decir, si defienden como un bloque en función de los movimientos del balón, o si aplican un marcaje individual.

• Las cualidades de las futbolistas de un equipo condicionan su estilo defensivo. Por ejemplo, un combinado que goce de una gran condición física sacará mayor provecho a una defensa individual que ejerza una presión directa y a las acciones de uno contra uno. 

Sin balón, la selección nigeriana formó en bloque bajo o medio durante la mitad del partido (50 %), lo que indica claramente en qué zonas del campo quería defender. Por tanto, cuando no tenían la posesión, las africanas pasaban del 4-2-3-1 al 4-1-4-1, que les permitía crear igualdad numérica en el centro del campo.

La decisión de adoptar un 4-1-4-1 en defensa responde a su voluntad de marcar a sus rivales de forma individual y en un bloque medio. Este sistema es un término medio entre la clásica defensa individual y la defensa en zona, tan habitual hoy en día y, además, permite que las defensoras sigan de cerca a sus oponentes al tiempo que se cubren los espacios. En el esquema de Nigeria, las funciones y responsabilidades de cada jugadora están perfectamente definidas, como se aprecia en las siguientes imágenes.

Organización defensiva y presión
En teoría, existen dos tipos de sistemas defensivos: «en función del movimiento del balón», donde las jugadoras cambian de posición siguiendo la pelota, y «en función del movimiento de las rivales», donde los desplazamientos de las oponentes condicionan la posición de las defensoras. En la práctica no es todo blanco o negro, sino que ambos sistemas se complementan aunque los equipos prioricen uno de los dos. 

Un elemento fundamental de la defensa nigeriana fueron los marcajes individuales. En bloque medio, las mediocentros africanas siguieron de cerca los movimientos de sus rivales directas (ver vídeos al final de esta sección).

No obstante, el sistema defensivo de Nigeria no se basó únicamente en los marcajes individuales. De hecho, en ocasiones decidieron mantener el dibujo cuando las rivales se desmarcaron por fuera de su bloque medio. Como destaca Grainger: «Algunas atacantes australianas bajaron hasta posiciones más propias de una lateral, y sus defensoras directas, en vez de seguirlas y presionarlas con intensidad, mantuvieron el esquema, lo que demuestra que no aplicaron un sistema puramente individual. 

Sin embargo, Nigeria sí que activó la presión en momentos determinados, en función de factores como la proximidad al bloque medio de la rival que estaba a punto de recibir y la ubicación del propio bloque defensivo en el campo. Touré y Grainger detectaron cuatro desencadenantes de la presión nigeriana.

Relación entre la condición física y el sistema defensivo
El combinado nigeriano cuenta con jugadoras fuertes y rápidas, cualidades que supieron incorporar a un complejo sistema defensivo para completar una gran actuación. En palabras de Touré: «en el plano físico, controlaron el partido de principio a fin. Aplicaron un ritmo muy alto que, como conjunto, puede que sea su mayor virtud».

Con balón, la estrategia de Nigeria se basó en la verticalidad. Tanto en las transiciones ofensivas como en ataques estáticos, las nigerianas trataron de avanzar lo más rápido posible hacia la meta australiana., Sin embargo, el hecho de que dedicaran el 26 % de la posesión a construir el ataque y el 20 % a transiciones ofensivas demuestra que también fueron pacientes y alcanzaron un equilibrio entre verticalidad y posesión. A pesar de apostar por el juego directo, las africanas supieron esperar a que se dieran las condiciones adecuadas. 

Transiciones ofensivas
El juego directo de las nigerianas destacó especialmente durante las transiciones de ataque (vídeos 5 y 6). En el plano individual, la clave fue la rápida reacción de las futbolistas tras recuperar el balón y que siempre estuvieron dispuestas a contraatacar o pasar la pelota a la compañera más próxima a la portería rival, que partía con ventaja. Si el ataque prosperaba hasta el último tercio, Nigeria llegaba al área rival con muchos efectivos.

La extremo Rasheedat Ajibade (15) fue fundamental en los ataques directos (ver gráfico 4). «Ajibade es una jugadora extraordinaria —comentó Touré— De hecho, el sistema nigeriano da prioridad al juego por la banda izquierda, debido a su presencia. [Ajibade se cambió a la banda izquierda en el minuto 35]. Se desmarca constantemente y, en cuanto recibe, aprovecha su velocidad y calidad para superar a las rivales. Creo que Nigeria está tratando de sacarle el máximo partido». 

Saques de meta directos y letales
En este ámbito, Nigeria también demostró su predisposición a la verticalidad. En vez de sacar en corto y elaborar el ataque, la guardameta Chiamaka Nnadozie (16) jugaba en largo hacia sus delanteras (vídeos 7 y 8). «Aprovecharon sus cualidades físicas y no dieron tregua —puntualizó Grainger—. Cualquier pase a la espalda de la defensa australiana se convirtió en un problema enorme dada la velocidad de las nigerianas y la presión que ejercieron sobre las defensoras que trataban de despejar». De hecho, dos de los tres goles llegaron tras saques de meta.

El experto en guardametas de la FIFA, Pascal Zuberbühler, quedó impresionado con los saques de meta nigerianos. En su opinión, esto demuestra la utilidad de contar con un amplio abanico de alternativas en esta faceta del juego. «Las saques en largo son una opción como cualquier otra y deben formar parte del repertorio de los equipos. Es importante que este tipo de saques tengan la potencia adecuada y que las jugadoras se agrupen para bajar el balón o ganar el rechace», afirmó. En este sentido, las dos mediocentros, Payne (7) y Ucheibe (10), estuvieron especialmente acertadas en los rechaces (ver gráfico 6). Payne controló la pelota en cinco ocasiones tras sendas disputas y, en otras seis, se hizo con balones divididos, algo que Ucheibe logró en trece instancias. Como vemos en los vídeos 7 y 8, los saques de meta en largo dieron sus frutos y pusieron en apuros a la defensa australiana.

La actuación de Nigeria demostró la importancia de tomar buenas decisiones en el campo. Por un lado, en cada situación defensiva se debe aplicar una solución diferente, de ahí que las jugadoras deban detectar cuándo seguir a su rival y cuándo mantener el dibujo táctico. Por otro lado, es crucial saber en qué momentos conviene lanzar un ataque directo y en cuáles es mejor asegurar el balón. No hay decisiones correctas ni incorrectas; hay que adaptarse a cada situación en función de las circunstancias. No obstante, estas decisiones deben tomarse como equipo, de forma coherente y de modo que se potencien sus puntos fuertes. En su duelo con Australia, la selección nigeriana hizo frente a todas estas situaciones como equipo y aplicó una estrategia acorde a su superioridad física y atlética.