En el igualadísimo grupo B, la clasificación no se decidió hasta la última jornada. Las cuatro selecciones llegaron a sus últimos encuentros con tres puntos, tras haber ganado un partido y empatado otro en las dos primeras jornadas.
Cada uno de los equipos tenía virtudes y estilos de juego diferentes, lo que contribuyó a que los partidos entre ellos fueran muy atractivos. Pases entre líneas, internadas en carrera, centros y asociaciones en ataque fueron las señas de identidad de Argentina. Marruecos, por su parte, puso constantemente en aprietos a los rivales con sus vertiginosos contragolpes. Argentina y Marruecos pasaron a cuartos con victorias sobre Ucrania (2-0) e Irak (3-0), respectivamente, en la última jornada.
Marruecos
La selección de Marruecos de Tarik Setkioui se presentó como un equipo ofensivo, dinámico y bien dotado técnicamente, que juega con velocidad e intensidad. Destacó por su eficacia en el juego por las bandas y por la fiabilidad en el uno contra uno de Ilias Akhomach (dorsal n.º 10), Abde Ezzalzouli (dorsal n.º 16) y Eliesse Ben Seghir (dorsal n.º 7). Con estas cualidades, Marruecos creó situaciones de superioridad numérica en las bandas, sobre todo en la derecha, donde el lateral Achraf Hakimi (dorsal n.º 2) fue una pieza clave en labores ofensivas. Si no podían progresar por un extremo del campo, los jugadores marroquíes cambiaban la orientación de la jugada para aprovechar los espacios en el contrario. Los mediocentros Amir Richardson (18) y Oussama Targhalline (14) se encargaron de armar el juego del equipo y, en muchas ocasiones, retrasaban su posición para elaborar la jugada desde atrás.
Nada más perder la pelota, Marruecos se retrasaba para defender colectivamente en un compacto bloque medio o bajo. Sin embargo, en cuanto activaba la presión, perseguía a los rivales con intensidad y, tras recuperar el balón, pasaba al ataque con gran rapidez, tratando de enlazar con los jugadores de banda.
Argentina
Una de las claves de la selección de Javier Mascherano fue la labor de sus delanteros, activos y cargados de energía, que pedían el balón constantemente y se desmarcaban para recibir a la espalda de la defensa rival. Ese dinamismo contribuyó decisivamente a crear buenas ocasiones de gol, ya que les permitió fijar a los defensas y abrir espacios que sus compañeros podían aprovechar.
En el aspecto defensivo, Argentina optó por ejercer una presión alta e intensa para recuperar el balón lo más cerca posible de la portería contraria. Sin embargo, sus interiores solían cerrarse para defender en posiciones más centrales, lo que, en algunas ocasiones, facilitó los contraataques rivales por los carriles exteriores, como ocurrió en su primer partido, contra Marruecos.
Ucrania
Con la posesión del balón, Ucrania elaboraba sus ataques con paciencia y de forma metódica, tratando de atraer al equipo rival para abrir huecos en su sistema defensivo. El mediocentro Valentin Rubchynskyi (dorsal n.º 5), que ejerció como enlace entre la defensa y el centro del campo, esperaba hasta encontrar el momento adecuado para romper líneas con un pase al delantero centro. Si las líneas de pase por el centro estaban cerradas, Ucrania intentaba llevar el balón a las bandas (una zona en la que se mostró especialmente peligrosa) y tanto los laterales como los mediocentros combinaban con los exteriores para crear situaciones de superioridad numérica.
En defensa, el técnico Ruslan Rotan apostó principalmente por el bloque medio y un 4-4-2, aunque, en ocasiones, el equipo se replegaba para defender en un compacto bloque bajo que apenas dejaba espacios para que el rival jugara entre líneas. Esta táctica se vio claramente en el partido contra Marruecos, en el que Ucrania se quedó en inferioridad numérica y tuvo que acumular jugadores para proteger la portería. Por otra parte, sus laterales se mostraron muy eficaces tanto a la hora de defender las situaciones de uno contra uno como de evitar los centros al área del rival.
Irak
Radhi Shenaishil convirtió al equipo iraquí en un conjunto trabajador y organizado, que intentaba elaborar la jugada por los tres tercios del campo, como demostró en la victoria por 2-1 ante Ucrania.
Sin la posesión, Irak mantuvo un bloque compacto con capacidad de resistencia y buenas cualidades defensivas, aunque en algunos momentos se mostró vulnerable a los ataques por las bandas. A veces se abrían grietas en su estructura defensiva, sobre todo cuando tenía que lidiar con cambios de orientación rápidos.