Como explica Signeul, una de las claves del conjunto estadounidense fue la comprensión que demostraron sus integrantes con respecto al papel que debían desempeñar en el campo.
«Cuando compites a nivel internacional, resulta muy importante poder seleccionar a tus mejores jugadoras, darles tiempo para que jueguen juntas y elegir un estilo de juego compatible con las virtudes del conjunto. El once varió muy poco durante la competición, por lo que tuvieron ocasión de conocerse y compenetrarse, a pesar de que Hayes no llevaba demasiado en el cargo», añade.
La posesión del balón
Estados Unidos tuvo el control del balón en la mayoría de sus partidos, como demuestra su segundo puesto en la clasificación de selecciones con mayor porcentaje del tiempo en posesión (57.8 %), registro en el que solo se vio superada por España (63.1 %). Esta cifra supone un aumento con respecto al tiempo en posesión que registró la selección norteamericana en la Copa Mundial Femenina de la FIFA Australia & Nueva Zelanda 2023™, donde pasó una media del 48.4 % del tiempo jugado en posesión del balón. El combinado de Estados Unidos demostró paciencia a la hora de construir el juego cuando resultó necesario, pero también fue capaz de lanzar rápidos ataques y contragolpes para superar las líneas del entramado defensivo rival.
En el primer vídeo, Kirsty Yallop explica algunas de las características fundamentales del juego de ataque de las estadounidenses.
«Aunque jugó con cuatro defensas, Estados Unidos mostró una preferencia por construir la jugada con tres jugadoras; a menudo pidió a una (o ambas) de sus laterales que adelantara su posición para ayudar al bloque a mantener cierta anchura al atacar, mientras que las delanteras buscaron situarse en posiciones más centrales para generar superioridad numérica sobre las centrales rivales. Esto dio a sus compañeras más opciones de pase entre líneas por delante del balón. Si una centrocampista bajaba para apoyar a las centrales y empezar la jugada, las otras dos buscaban sin descanso los movimientos que les permitiesen recibir y abrir el campo para un cambio de juego. Las jugadoras no dudaban en progresar con el balón; mientras las compañeras centrales ocupaban los espacios entre líneas y se ofrecían para recibir, las tres jugadoras de ataque (Sophia Smith, Mallory Swanson y Trinity Rodman) se movían en las inmediaciones del área con astucia y potencia, arrastrando consigo a las defensoras al acercarse a la portería contraria».
El rol ofensivo que asumieron ambas centrales se aprecia en los vídeos dos y tres, en los que queda patente la posición adelantada en la que se desenvolvieron y el nivel de compenetración con sus extremos.
Ruptura de líneas
Durante la competición, Estados Unidos completó el 70 % de sus intentos de ruptura de líneas (lo que la sitúa en tercer lugar en este registro, por detrás de Brasil y España). Quizá más importante si cabe fue su acierto a la hora de romper la línea defensiva del rival, dato en el que registró la segunda mejor cifra del torneo con 13.8 rupturas de la última línea defensiva por cada 30 minutos con posesión (solo superada por Francia, que logró 14). Además, el combinado norteamericano logró el mayor número de rupturas de línea defensiva por bajo (frente a rupturas por alto o por los costados), con un total de 4.7 por cada 30 minutos con posesión.
Así lo explica Signeul: «Su mayor virtud fueron los pases entre líneas en los ataques elaborados, pero también en los contragolpes; los movimientos inteligentes de sus jugadoras de ataque generaron muchísimas opciones de pase a la espalda de la defensa rival. Ya con el balón en el último tercio, futbolistas como Swanson, Smith y Rodman demostraron la velocidad, potencia y técnica necesarias para generar ocasiones de gol. Además, tanto en la zaga como en el centro del campo, cuentan con jugadoras con visión de juego y técnica para enviar esos pases entre líneas de manera precisa, mientras sus compañeras más adelantadas buscan el desmarque.
»Estados Unidos buscó atacar con superioridad; incluso cuando la jugada era rápida y buscaba el espacio a la espalda de la línea defensiva de su rival, siempre hubo buenos apoyos para la jugadora con el balón, además de desmarques en el área para rematar posibles centros o pases desde la línea de fondo», añade.
Rupturas de la línea defensiva: asistencias
Otro aspecto destacado de las norteamericanas fue el hecho de que cuatro de estas rupturas de la última línea defensiva fueran asistencias que culminaron en goles importantes, incluido el tanto de la victoria ante Japón en cuartos de final, el gol que les dio el triunfo ante Alemania en semifinales y el tanto decisivo en la final ante Brasil.
En toda la competición, solo se marcaron seis goles más como consecuencia directa de una ruptura de la última línea defensiva (dos de Brasil, dos de Australia, uno de Canadá y otro de España), lo que evidencia la importancia de esta faceta del juego para Estados Unidos.
En los siguientes vídeos se aprecian tres de estos goles. Como explica Signeul, la combinación de precisión en el pase y calidad en la definición resultó demoledora para las rivales.
«Varios de estos tantos llegaron en momentos importantísimos y fueron determinantes: estamos hablando de partidos muy igualados de máximo nivel y frente a equipos muy potentes. La clave está en la toma de decisiones y en la ejecución técnica de los pases entre líneas que generan estas ocasiones y culminan con una excelente definición. Una vez superada la última línea defensiva, la velocidad de la jugada hace que sea prácticamente imparable para las defensas rivales».
En el cuarto vídeo, vemos el postrero gol de Rodman en la victoria ante Japón. La central izquierda Crystal Dunn (7) cambia el juego con un pase milimétrico en diagonal que supera la línea defensiva de las niponas. Rodman, escorada en la banda, no lo tiene fácil, pero logra superar a su par y crear el espacio para buscar la portería con una impresionante acción individual que culmina en gol.
En el quinto vídeo, vemos un contraataque rápido de Estados Unidos en el minuto 89 de su segundo partido de la fase de grupos, contra Alemania. Rodman (5) retrasa su posición, recupera la pelota y lanza el contragolpe hacia el espacio libre que tiene por delante. A continuación, pasa por dentro a Mallory Swanson (9), que recibe entre líneas y avanza con el esférico acompañada de dos jugadoras en punta. Finalmente rompe la línea defensiva con una asistencia a Lynn Williams (8), que marca de un disparo raso con la zurda que se cuela por el palo largo.
En el sexto vídeo, vemos una jugada de la final olímpica. Korbin Albert (3) recoge el balón en el centro del campo y envía un pase rápido en vertical que rompe la línea defensiva de Brasil y deja sin marca a Swanson (9). En una velocísima internada, la delantera se basta de dos toques para, finalmente, lograr el tanto de la victoria.
Sin la posesión
Uno de los aspectos más notables del combinado norteamericano fue su arrojo y determinación a la hora de defender en las acciones de uno contra uno. El equipo de Hayes terminó primero en número de entradas con recuperación del balón por cada 30 minutos sin posesión, con un total de 17.2 recuperaciones por partido. Su intensidad en las fases de juego en las que no tenía el balón se ve reflejada en el hecho de que también fue la tercera mejor selección (superada solo por España y Brasil) en número de presiones directas, con 73.2 por cada 30 minutos sin posesión. La mayoría de estas presiones directas se produjeron en las fases de presión tras pérdida (106) y de transición defensiva (125). Además, fue el combinado que pasó la mayor parte del tiempo sin posesión en la fase de recuperación (7.4 % frente a 4.3 %, la media del torneo).
Según Anna Signeul: «El estilo defensivo del equipo se caracteriza por la valentía en los marcajes individuales, la inteligencia a la hora de decidir cuándo presionar y cuándo soltar a su par, y la rapidez de sus repliegues. Las jugadoras sabían cómo y dónde cubrir para generar un equilibrio defensivo, algo que lograron anticipándose a las acciones de las rivales y defendiendo con intensidad. Demostraron saber muy bien cuándo presionar para recuperar el balón y cuándo replegarse y cerrar filas, lideradas por el despliegue físico, la velocidad y la inteligencia táctica de su central Naomi Girma (4)».
En el séptimo vídeo, vemos un ejemplo de la intensidad con la que aplicó la presión Estados Unidos. Cuando deciden presionar, van todas a una. Cada jugadora encima a su par, sin dejar un milímetro de espacio, hasta dejar sin opciones al equipo rival.
En el octavo vídeo, observamos cómo las norteamericanas se repliegan con intensidad y compromiso para defender un contragolpe. En este ejemplo del partido contra Alemania, vemos que las siete futbolistas que recuperan la posición se dirigen sobre todo al carril central, el más peligroso de todos. Cuando el balón se desplaza a la banda, solo la defensora más próxima sigue a la rival que lleva el esférico. Las otras seis compañeras se centran en defender el área: tres en torno al área pequeña (primer palo, centro y segundo palo) y dos junto al punto de penalti. La sexta jugadora se aproxima a la banda por la que discurre la jugada para dar cobertura a su compañera. Tanto el repliegue como las posiciones que ocupan les permiten cubrir cualquier posible centro que pueda llegar al área; además, demuestra su intención (y trabajo previo) de organizarse en un 3+2 dentro del área lo más rápidamente posible cuando se produce una transición defensiva.
Guardameta (Alyssa Naeher)
La consagrada portera norteamericana Alyssa Naeher sumó la medalla de oro olímpica a su extenso palmarés. El arrojo y la experiencia que aportó en las acciones defensivas de su equipo llamaron la atención del GET. A continuación, Pascal Zuberbühler destaca algunas de las intervenciones más importantes de la guardameta en los instantes cruciales del torneo.
Son muchas las exigencias a las que debe hacer frente una guardameta moderna, pero, ante todo, debe evitar que el conjunto contrario perfore su portería. En los siguientes vídeos, Zuberbühler explica por qué resultan tan importantes la decisión y la valentía para cualquier portera que juegue al máximo nivel.
Defender el espacio
«Las guardametas deben ser atrevidas, lo que a veces supone exponerse a situaciones en las que pueden salir mal paradas. No les queda otra, porque es un elemento fundamental para jugar bajo palos. Dominar el área y entender cómo defender ese espacio es especialmente importante cuando tienes que atajar balones, tanto por alto como por bajo. En el noveno vídeo, correspondiente al partido contra Alemania, vemos cómo Naeher se acerca al primer palo cuando el balón se abre a la banda. No se queda anclada junto al poste, sino que se coloca a unos pasos de distancia, lo que le permite cubrir una mayor zona dentro del área. Cuando el rival pone el pase hacia atrás para la atacante que entra por el centro, Naeher se lanza a su derecha e intercepta el balón a toda velocidad, defendiendo muy bien el espacio», explica Zuberbühler.
«En el décimo vídeo, se observan tanto su experiencia como su valentía en un acción contra Japón. Cuando las niponas cuelgan el balón al centro del área, la portera sale con decisión a despejarlo a pesar de estar rodeada no solo de sus propias defensas, sino de las atacantes rivales que entran para rematar. No despega la vista del balón y despeja el esférico de puños, con contundencia, para alejar el peligro. Al hacerlo, recibe el impacto de dos jugadoras y acaba tendida en el suelo, pero inmediatamente se pone de pie, preparada para otro posible ataque».
«En el undécimo vídeo, vemos una jugada en el minuto 97 del encuentro contra Australia. Estados Unidos vence por dos goles a uno y quedan ocho minutos de tiempo añadido por delante, así que hablamos de un momento de mucha presión. En estas circunstancias, Australia bota un saque de esquina y su portera se suma al ataque. Siete norteamericanas defienden en el interior del área, una zona plagada de futbolistas ya que hay otras siete australianas buscando el gol. Cuando el balón llega por alto, Naeher demuestra valor, confianza y experiencia al marcar perfectamente los tiempos para imponerse entre la multitud de jugadoras y meter un puño decisivo que aleja el peligro. Fue una intervención impresionante en un momento trascendental del partido», añade.
Paradas decisivas
Es evidente que la habilidad más importante para cualquier portera es la de atajar los disparos rivales. Medir bien los tiempos, saber colocarse y mostrar valentía son otras características fundamentales a la hora de defender la portería en los momentos cruciales. Las paradas resultan tan importantes como los goles, sobre todo en los instantes y partidos decisivos. En la siguiente sección, Zuberbühler analiza tres paradas estelares de Naeher que resultaron fundamentales para su equipo.
«En el duodécimo vídeo, vemos una parada clave de Naeher ante Adriana (9) en el minuto 93 de la final ante Brasil cuando Estados Unidos ganaba 1-0. Cuando llega el balón colgado al área, la portera norteamericana ajusta su posición y se coloca de forma que puede tapar el disparo. Después, en un alarde de reflejos y agilidad, mete la mano derecha para atajar el balón y que sus defensoras despejen el peligro. Fue un momento clave del partido y una intervención crucial».
«En el decimotercer vídeo, vemos un lanzamiento de falta de Alemania que golpea en la barrera y cae de nuevo a los pies de la Klara Bühl (17). Naeher observa que el palo corto está bien defendido, lo que hace improbable un disparo raso a esa zona de la portería. Brühl parece tener solo dos opciones: un disparo a puerta por encima de las zagueras rivales o un centro al segundo palo. Naeher se anticipa a la jugada y se mueve hacia el palo largo. Una vez ahí, adopta una postura que le permite tapar la máxima zona posible y reducir los ángulos de disparo. En un salto providencial, logra despejar el remate a puerta con el pie izquierdo. Una nueva muestra de valentía bajo palos», añade Zuberbühler.
«Por último, en el decimocuarto vídeo, vemos dos paradas importantes por bajo en el mismo partido ante Alemania. En la primera, la vemos colocada en el primer palo, pero dejando suficiente distancia para hacer frente a un posible centro desde la línea de fondo. Cuando se produce el pase, ajusta rápidamente la posición para atajar el balón con las piernas. Inmediatamente recupera la verticalidad y da unos pasos cruciales hacia el esférico mientras sus defensoras intentan alejar el peligro».
Resumen
Estados Unidos se colgó su quinta medalla de oro olímpica en París gracias al equilibrio de su plantilla y a la fiabilidad de sus futbolistas. Aunque jugó mayoritariamente con una defensa de cuatro, al armar el ataque optó por utilizar tres zagueras en la construcción del juego, adelantando la posición de las laterales y buscando los desplazamientos por delante del balón. Ya en el último tercio, sus delanteras se mostraron veloces y verticales, buscando siempre crear ocasiones lo antes posible. En las transiciones de ataque, fueron muy efectivas a la hora de progresar con rapidez para romper la última línea defensiva y habilitar la internada de sus extremos.
Sin la posesión, fueron muy selectivas a la hora de presionar al rival, sobre todo en situaciones de presión tras pérdida y fases de transición defensiva. Eso sí, cuando lo hicieron, lo hicieron con máxima intensidad. En los repliegues, las jugadoras recuperaron la posición con velocidad y decisión para proteger el carril central del área, y también se mostraron muy eficaces en las acciones de uno contra uno.
Todas las futbolistas de Estados Unidos demostraron tener claro su rol y sus responsabilidades en el campo, circunstancia que se vio favorecida por el hecho de que jugaran en las posiciones más adecuadas para sus características individuales.